In Nowhereland.

Love is louder than self-harm.

miércoles, 15 de abril de 2020

No sé si es la cuarentena, o mis demonios.

Siempre he tenido la duda entre lo que es ansiedad o depresión para una persona “normal”, respecto a cómo lo es para mi. Entiendo que el sufrimiento es algo subjetivo, pero no sé si las implicancias sean las mismas. En estas semanas de cuarentena está todo el mundo hablando acerca de la salud mental en estos tiempos de crisis. Que es normal sentirse agobiado, cansado, ansioso y deprimido. Que está bien y es normal estar triste, llorar y no tener energías. Que es normal. Es normal no estar bien en este contexto. Pero, y es aquí dónde siempre dudo, ¿si no estuviéramos en cuarentena esos comportamientos se considerarían preocupantes? ¿Tiene que haber forzosamente una causa-reacción?

Esto una duda que me ha carcomido siempre: cuál es el límite de lo aceptable socialmente, y lo preocupante médicamente, en torno a los sentimientos negativos. Quisiera poder entrar en la mente de la gente que comenta ligeramente “Ay me quiero morir”, “Estoy teniendo mucha ansiedad”, “Estoy súper deprimida”. Quiero poder comparar mi sensación de ansiedad y depresión con la del resto. Quiero comprobar que los deseos de morir son en realidad normales. Que mis pensamientos suicidas son comunes. Y de ser así, me cuesta comprender cómo el resto sigue.

Sigo un tratamiento psiquiátrico con fármacos, hago psicoterapia, pero al igual que muchísima gente. ¿Qué hace que mis problemas sean distintos, menos o más complejos que el resto? Tengo buenos momentos, estabilidad financiera y grupo de apoyo; pero a la vez me levanto todos los días pensando en que no tengo un propósito a largo plazo, que mi existencia es un trámite que tiene que ser resuelto y finalizado. Veo la vida como un trámite, trato de ver todo desde la perspectiva más fría y lógica posible, pero no puedo. Desgraciadamente, tengo sentimientos. No me gusta tener sentimientos, se apoderan de mi en circunstancias en que quisiera ser funcional y productiva. A veces estoy trabajando, y me detengo porque simplemente no quiero más. Fugazmente pienso en métodos de suicidio, trato de recordar dónde tengo mi navaja más filosa, dónde podrían pasar más disimulados mis cortes, si es que es aún muy temprano para un trago, o cinco. Pasan un par de segundos; trato de omitir mis pensamientos, ahogar las ganas de llorar, y seguir trabajando. Esas personas que sienten “ansiedad y depresión” en estos días, ¿Piensan eso? ¿Pasan por esto?

Y honestamente hablando, esto no es exclusivo de la cuarentena. Siempre ha sido así. Desde el colegio. Estoy sentada en mi puesto, durante una prueba. Estoy ansiosa, no recuerdo una respuesta. Vienen a mí pensamientos negativos, ideaciones suicidas… Me corto los dedos con una navaja escondida en mi estuche, y sigo con la prueba. La cuarentena… ¿Qué significa para mi la cuarentena?  No tengo ninguna preocupación respecto a la enfermedad. No tengo problema alguno en enfermarme o morir. Una lástima sí si es que infecto a alguien a quien sí le importe. Soy algo misántropa, por lo que no me angustia en lo más mínimo el numero de muertes. Es un favor para el planeta, y no sé si es realmente honesto cuando sigo que sería ideal que exterminara a la raza humana, pero creo que lo soy. Se habla también de la crisis económica, pero mi lugar de trabajo me da seguridad, no es un factor que me afecte a corto ni mediano plazo. En cuanto al aislamiento social, no sé realmente… soy una persona introvertida. No moriré si no puedo participar de eventos masivos. De por sí me comunico poco con otros, por lo que ha sido relativamente normal para mí.  Sí, extraño ver a mis papás y mi abuela, pero me causa simplemente pena. Es algo normal y manejable. (Ja. Algo que con certeza puedo decir que es normal). Y esto finalmente me lleva al encierro por cuarentena. Creo que esto me afecta un poco: la pérdida de control. Es eso, encierro. No veo el sol, no siento el sol. No sé qué día es, no sé qué hora es. No sé que fue ayer, ni qué es hoy. Los límites temporales y espaciales se difuminan, y estoy forzada a vivir en una nebulosa. El encierro, y tengo que admitir el factor social hace su parte, me tiene encerrada en mi misma.

No me preocupa lo que está pasando allá afuera, me preocupa que lo que está pasando afuera está creando la atmósfera para mi peor encierro. No tener el control, no tener certitud de nada, no tener conciencia clara del tiempo, de lo que es y no es… Me lleva atrás en el tiempo, a una época que no recuerdo. Me lleva a esos meses en que no sé que fue de mi. Me lleva a la peor época de mi vida, en dónde mi mejor defensa ante a los malos pensamientos y sentimientos negativos era una navaja. Esto un encierro a un “periodo regresivo”.

Antes de que partiera esto de la pandemia, en teoría me encontraba lo más estable que había estado en mucho tiempo. En terapia por fin pude sacar de mi el peor periodo de mi vida, y todo el abuso emocional y sexual que sufrí siendo adolescente. Estaba dispuesta a comenzar a abrir esas heridas, para desinfectar y curar como es debido. Fue como una caja de pandora, los demonios están afuera. No puedo devolverlos, no puedo cerrarla. Y ahora, estoy aislada, sin buenas herramientas para controlarlo. La única herramienta que logro recodar es la navaja.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario