Todavía duele, pero ya no estoy enojada. ¿Qué queda al final?
Estoy preocupada por él, ¿como estará? ¿habrá podido pasar el ramo que no tenía complicado? ¿sus papás se estarán haciendo cargo?
Independiente de que yo ya no le guste o no me quiera, esa preocupación y la pena significan que todavía lo amo.